Lentamente y desde el amanecer, cientos de reses de vacuno del concejo de Cangas de Onís iniciaron ayer junto a los ganaderos el ascenso a los pastos de la montaña de Covadonga, en el parque nacional de los Picos, donde pasarán el verano.
El primer día de subida lo hicieron menos que otros años, tal vez porque este año el ascenso cayó en domingo y con buen tiempo, lo que anunciaba presencia intensa de coches en la carretera de acceso y complicación para combinar el paso de vacas por la estrecha vía. Estos días, gradualmente, irán subiendo todas las reses inscritas en el padrón de pastos de Cangas de Onís, que supera este año las 3.000 unidades de ganado mayor.
Uno de los primeros en llegar fue Juan Carlos Martínez, de Corao. Muchos de los pastores y ganaderos reconocieron la limpieza de matorral realizada para esta temporada, pero también denunciaron los destrozos hechos por el jabalí en las camperas donde ha de pastar el ganado. Muchos echaron de menos la apertura de la Casa de Pastores de Enol, donde se reunían una vez acabada la faena, un refugio que el Ayuntamiento de Cangas de Onís pretende abrir antes del verano.
No faltó la presencia de ganaderos que no se pierden la cita, como el ex regidor de pastos José Miguel Concha y otros, a pesar de que ya no hacen el recorrido andando. Fue el caso de «Venido» Labra, de Beceña, con 79 años, o de Ángel Marcos, con la misma edad, que sí subió caminando. Los lobos, sin duda, fueron la principal queja y temor de los pastores, que apuntaron a que si no se toman medidas, no servirá de nada el plan «Pastores XXI». «Hay pocas ovejas ya, estamos sin accesos ni comodidades en las cabañas y encima, el lobo; no facilitan que esto siga», dijo Ángel Labra. Insistieron en que hace quince años no tenían problemas con el lobo en la zona.
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